martes, 20 de octubre de 2009

Soldream

El mal sabor de boca le duró toda la noche, casi alimentando sus gruñidos y juramentos en élfico, en los que generalmente ponía a Armund y sus métodos de "convicción" más verde que las hojas de los árboles...
Soldream se tendió bocarriba en una de los desgastados lechos que habían improvisado con las capas de viaje, cruzando las manos tras la nuca y con expresión huraña. Aunque ésta le duró más bien poco... La pelea le había agotado tanto física como mentalmente, y aunque no tuviera graves heridas externas, necesitaba descansar como fuera. Y bueno... mal que le pesara, el asqueroso potingue de Armund le estaba haciendo efecto.

Soldream, como todos los elfos oscuros, o casi todos lso elfos en general, tenía un sueño muy corto y ligero, más parecido a una especie de duermevela de la que podía despertar rápidamente en caso de presentir a un enemigo acercarse. Normalmente ningún elfo caería preso de un sueño pesado. Pero dada su naturaleza medio humana, los azules ojos del elfo no tardaron en cerrarse y su mente en caer presa de un sueño turbio y dispar... extraño... lleno de gritos, sangre, guerras, peleas... una especie de mundo caótico, como un enorme páramo arrasado por el fuego y lleno de cuerpos tendidos y columnas de humo. De hecho, él caminaba entre ellos viendo rostros sin nombre destrozados por los cortes o con muecas de horror ante la brusca venida de su muerte. Nadie se movía, excepto una figura borrosa entre el humo... una figura famliar... era... ¿Aldred?

- Sold... Soldream, despierta...

El elfo oscuro abrió los ojso y se levantó de golpe, poniendo en el cuello de Mitherell su daga con una velocidad demasiado pasmosa, arrinconándole contra la pared d ela cueva en un acto reflejo.

- ... ¡¿Mith?! - exclamó el elfo oscuro como si acabase de reacaer en él.
- M-me alegra saber que tienes tan buen despertar caracarbón, pero sólo... - titubeó Mitherell notando el filo sobre su cuello de forma amenazadora - ... sólo quería decirte: uno, Armund y Aldred se han esfumado; dos, ¿te importaría mucho soltarme?

Soldream relajó su agarre y le dejó, fijándose entonces en que, efectivamente, Armund y Aldred no estaban. Lo primero que se le pasó por la cabeza fue que seguramente la infortunada parejita quería tener un momento a solas. Pero al ver la manta de Aldred revuelta, y manchas de sangre en el suelo... ¿Sangre?
El elfo oscuro pasó dos dedos sobre una de las gotas y se la llevó a los labios. Era su sangre... sin duda... pero entonces, ¿por qué tenía un mal presentimiento ahora en el pecho?

- ¿Sabes dónde han ido?
- ¿Eh? Ah, no... Bueno, he visto a Armund alejándose por el cenagal, pero no se dónde iba... - el elfo mago se encogió de hombros - Imagino que habría ido a buscar a Al-...
- ¡Sígueme! - exclamó el elfo oscuro de repente, saliendo de la cueva a toda prisa, cogiendo su espada y lanzándole al hechicero su bastón.
- ¿Qué te siga? ¡Ah! ¡Ey, ey, espera! - exclamó el elfo, dando traspiés detrás de él - ¡Aún estás débil, Soldream, no deberías moverte!
- ¡Y teóricamente Aldred tampoco!
- ¡Estás exagerando las cosas Sold!
- Yo creo que no... - dijo él en tono socarrón - ¡Alder hanth, iömer andul!
Ante su grito en élfico, dos rugidos sonaron entre la niebla del cenagal, y los dos dragones negros alzaron el vuelo entre un bosque de árboles bajos, parándose ante ellos, manteniéndose a unos metros del suelo batiendo sus enormes alas, provocando vendavales de viento en el proceso.

- ¿Se puede saber qué haces?
- ¡Tú súbete al dragón, ellos sabrán buscarlos! - el elfo oscuro dio un salto y se montó en el lomo del dragón.

Mitherell puso mala cara, pero también se subió al dragón con torpe respeto. Soldream guió a la criatura en un vuelo rasante para poder ver entre la niebla, con el enorme dragón olfateando el aire, chascando las mandíbulas plagadas de dientes y dejando ir volutas de humo de vez en cuando. El elfo mago se aferraba con los ojos cerrados a las púas de la espalda del dragón para no caerse mientras volaba...

A los pocos minutos, con el aire húmedo azotándoles, llegaron al linde de una laguna fangosa, donde Soldream pudo discernir a Armund en un sólo vistazo. La elfa parecía aterrorizada por algo... y entonces escuchó un grito...

- ¡¡¡¡¡
SAL DE AQUI AHORA MISMO, HUYE, HUYE CON TODOS,AVISA A TODOS, CORRE!!!!! ¡¡¡SALVATE!!!

Aldred estaba al otro lado, retorciéndose... no... como débil, desganado... y de repente se le antojó como más... ¿viejo?
Y entre ambos... el demonio, en carne y hueso, con aquellas hasta y aquella sonrisa surcando su rostro en una terrorífica exhibición de dientes y colmillos a juego con sus ojos inyectados en sangre, acercándose, amenazante, con un terrible aura de poder demoníaco rodeándole, hacia la elfa.

- ¡¡ARMUND!! - Soldream espoleó al dragón, y la criatura, rugiendo, se lanzó contra Duzmor en un vuelo picado.

Con sus cuernos, el dragón empujó al demonio, lanzándolo más de una docena de metros hacia un lado, alejándolo de Armund, antes de remontar el vuelo y planear para girar, pasando al lado de la elfa a una velocidad vertiginosa. Soldream se giró, alzó lso brazos, agarrándose al escamoso lomo del dra´gon con las piernas, y la cogió al vuelo, sentándola detrás de él en el dragón.

- ¡Mitherell!
- ¡Ya voy, ya voy! - gritó el elfo mago, mientras comenzaba a acumular energía en su bastón, lanzando poco después un rayo mágico hacia el demonio.

En un principio, pareció impactarle... Pero tras el humo que generó la explosión, el demoni sonreía, inmune a los daños del proyectil mágico.

- ¡Maldición! - exclamó Mitherell.
- ¡No importa! - le gritó Soldream desde el aire - ¡Tú coge a Aldred, Armund y yo le distraeremos!
- Aldred... - murmuró Armund, aún atónita.
- Armund... - Soldream le cogió el rostro para obligarle a mirarle a lso ojos - Te necesito aquí, conmigo... si no no podrás salvar a Aldred, ¿entiendes?

domingo, 26 de abril de 2009

Aldred

El mundo daba vueltas a su alrededor, lo único que veía era negro, no sabía si había muerto, y por pura fuerza de voluntad abrio lo ojos, y alli estaba, la cara más hermosa que habia visto en toda su vida, tranquilo sabiendo que ya estaba muerto, pués aquello era un ángel que le daría la bienvenida en el otro mundo, pero para su sorpresa, caundo el ángel abrió la boca dijo,-- Aldred, Aldred... ¿me oyes? - la elfa le cogió el rostro con ambas manos - Eso es, enfoca... Te has roto algunos huesos y todavía estás afectado por el combate, así que no te muevas...
- ¿Y... tú crees... que puedo? - jadeó él aún sin creerse que continuara con vida, pero feliz por tener a Armund asu lado.
después el dolor volvió a golpearle el costado a causa del transporte, nada confortable, de Mitherell, no le culpaba, sabía que pesaba bastante, pero estaba demasiado herido como para andar, a Mitherrel se le veían regueros de sudor por la sienes desde la perspectiva de Aldred, y contuvo la risa cuando intento esquivar un cadaver de un insecto bastante grande y sus pies resbalaron, pero la risa se transformo en un gemido de dolor y la oscuridad volvió a cerrarse delante de sus ojos.

Hacía un rato, Aldred se había despertado en aquella cueva, que aunque no era muy profunda proporcionaba a los cuatro compañeros un lugar tranquilo donde pasar la noche, era extraño, su cuerpo, aun habíendose partido varios huesos, se recuperaba a una velocidad extraordinaria, imaginó que las pociones y ungüentos de Armund lo estaban ayudando pero ella no se encontraba allí
-¿Dónde está Armund?- preguntó, Soldream y Mitherrel dieron un respingo y se volvieron, sus ojos se abrieron como platos al ver que estaba incorporado. -Vaya, vaya, eres más duro de lo que pensaba- dijo Soldream, -pues si parece, aunque ahora creo que estoy algo más blando que de costumbre- Mitherell y Soldream sonrieron a lo que él, también les devolvió la sonrisa aunque, al contraer los músculos de la cara un dolor insoportable, le recorrió la columna y gimió, notaba las extremidades débiles y su cabeza le daba vueltas a causa del dolor -Será mejor que t mantengas quieto, no valla a ser que al moverte se parta otro hueso- dijo Mith, mientras se reía de su propio chiste.
Aldred estuba sentado mirando al techo mientras se preguntaba donde estarí Armund, era extraña la manera en que una persona podía sentir a otra, y más aún amarla, el la había intentado cortejar tantas veces en el pasado y ella siempre le daba largas, pero aún así, permanecían unidos, pero eran los acontecimentos más recientes los que le habían hecho sentirse tan cerca de ella, tan unido, que daría su propia vida por ella. En su mente se empezó aformar la cara de Armund, esa belleza propia de una princesa y su cuerpo propio de una diosa guerrera..... justamente en ese momento aparecío Armund por la entrada de la cueva con un ramillete de ojas cojido en la mano, en sus ojos había un atisbo de miedo que quitaba el aliento.
-¿Qué te ha pasado?
- Nada ¿Qué me iba a pasar?
- Te tiemblan las manos -señaló Aldred.
-¿Tú no estabas dormido con las costillas rotas?- le atropeyó Armund cambiando de tema.
Aldred cerró la boca de golpe y notó como se ruborizaba
- Me desperté de repente y me siento mucho mejor.-


Armund se acercó a él para aplicarle más ungüentos curativos y volver a vendar las heridas, el roce con su piel era indescriptible, su corazón se aceleraba, sus manos sudaban y los ojos no se levantaban del suelo, con fuerza de voluntad levntó la mirada y veía a Armund de un tono más rojo que el normal y sus ojos no paraban de mirar de un lado a otro, como evitando el contacto visual con él. Armund estaba terminando de vendar las heridas y sus ojos se cruzarón, el tiempo se detuvo, en la cueva no existían más que ellos dos, sus manos se rozaron....
- Vaya, Aldred. Parece que tu belleza es demasiado abrumadora para Armund-rió Soldream.
- Cállate -le espetó la elfa- Ya me encargaré después de ti.


Aldred reprimió un insulto y continuó observando a Armund. En una pequeña fracción de segundo dentro de su cerebro, palabras se empezaban a formar, eran susurros casi inaudibles, -aun no estoy recuperado- se dijo así mismo, pero los susurros no cesaron.
Armund le toco en un costado con una mano más gélida que mismo hielo y reprimió un grito, era cierto que el frió había acallado los susurros pero le sorprendiá qu esta vez, al contraerse, ninguno de los anteriores dolores apareció, era como si su cuerpo que estuviera curandose por sí mismo.
Después de tomar una escasa cena, volvió a recostarse contra el suelo para intentar conciliar el sueño y lo consiguió mientras los susurros volvían a su cabeza, cada vez más fuertes, cad avez más claros. Su sueño no fue nada apacible, guerras, mutilaciones, horror, demonios, un trono en el cuál se alzaba una figura con cuernos.....se levantó sobresaltado y observó a los demás profundamente dormidos, palpo sus ropas y descubrió que estaba totalmente empapado en sudor. salió a urtadillas de la cueva en busca de algún riachuelo donde refrescarse, los susurros aun aumentaban el ritmo.
Al fin de lo que le parecio una eternidad, encontró una pequeña cienaga putrefacta en la cual pequeños batracios y otro seres se alejaban el percibir sus sonidos. se agachó para comprobar el agua, pero justo en ese momento los susurros se hicieron insoportables, no podia oir nada más que aquello, se sujetó la cabeza, creia que le iba a estallar, cayó derodillas al suelo y cuando estaba a punto de desmayarse, los suurros cesaron como si nunca hubieran estado.

Dolor, terror, muerte todos esos sentimiento llegaron como un torrente al cerebro de Aldred el cuál se puso a gemir de dolor, mientras cada uno de sus musculos se contraían de manera desacompasada, la sangre le parecia cristal dentro de su cuerpo, el aire, fuego, el dolor era insoportable, su cabeza dió un vuelco hacia atras y comenzó a vomitar por la garganta un humo negro que era como hierro fundido, sus ojos se desorbitaron y su visión se torno negra mientras caia de espaldas al suelo-Por fin. Ya era hora de salir de ese cuerpo tan inútil.-
Dessde el suelo escuchó aquella voz........no podia ser cierto.......no........¿como? todo el dolor que acababa de sentir no era nada comparado con el sonido de esa voz, transportaba eras de dolor, muerte, sufrimiento.........-Y encima tengo alimento fresco.
Aldred giró la cabeza para ver de nuevo aquel ser despreciable, era tal y como lo recordaba, cuernos de carnero, la boca llena de colmillos, sus hombros eran como dos carros unidos pero lo que le llamó la atención fueron sus ojos, no era como los recordaba, ardían con más furia ,con más terror, pequeños fuegos ardían dentro de grandes cuencas negras, el odio y el terror era tal, que Aldred no pudo reprimir un gemido, entonces reparó en que Duzmor no se había referido a él, sino que observaba unos árboles, y al mirarlos con más detenimiento Aldred no pudo reprimir un grito, era Armund -SAL DE AQUI AHORA MISMO, HUYE, HUYE CON TODOS,AVISA A TODOS, CORRE!!!!! SALVATE!!!-

viernes, 7 de noviembre de 2008

Armund

Tras analizar la situación un rato mentalmente, Armund le susurró a Mitherell:

- Creo que deberíamos turnarnos para salir de la cueva - le comentó Armund a Mitherell-por precaución, más que nada. Si alguien viene, Aldred y Soldream no están en condiciones de defenderse.
- Bueno, nosotros tampoco estamos como una rosa -replicó el elfo con cara de cansancio- Si viniese alguien, no creo que pudiéramos hacer mucho. Pero bueno, también es verdad que es mejor que nada.


La druida sabía que Mitherell tenía razón. Tenían tal agotamiento, que si algo o alguien viniese con intenciones no muy pacíficas, no durarían mucho. Pero necesitaba salir para buscar algo para curar las heridas de todos. no quedaba otro remedio. Suspiró.

-Bueno, tengo que salir a buscar alguna cosa que pueda ayudarnos con las heridas. Tú quédate descansando aquí y recupera fuerzas. Pero tampoco te relajes mucho, esta zona no la conocemos.

Mitherell asintió con la cabeza.

-De acuerdo,pero ten cuidado. Recuerda tú también que ahí fuera estarás sola.
-No te preocupes-sonrió Armund- no hay muchas cabezas que se resistan a este filo-dijo señalando su alfanje.

Mitherell bajó la cabeza resignado.


- Como quieras, de todas maneras, le haré un hechizo ilusorio a la cueva. Sólo nosotros veremos la entrada. Para los demás, solo será un conjunto de árboles secos.

-Vale, buena idea, ¿pero y qué pasa con los dragones?¿No crees que llaman un poco la atención?

Soldream habló con voz débil mientras miraba el techo de la cueva tumbado en el suelo.

-Los dragones se fueron en cuanto entramos a la cueva, pero no se han ido muy lejos. De todas maneras, no te preocupes por ellos, saben esconderse bien. Hasta que yo no les ordene que se vayan, no se marcharán definitivamente ni se alejarán mucho.
Seguramente estén cazando. Los dragones son muy dependientes del idioma drow.
-¿Tú no te habías desmayado?

El elfo oscuro no le contestó.
Armund le miró fijamente. Apenas tenía fuerzas para andar, pero siempre tenía la boca abierta para darle una respuesta a todo. Era increíble.

-Bueno, pues...ya que todas las dudas están solucionadas, me voy.

Dicho esto, la elfa salió de la cueva con cuidado. Inspeccionó la zona que les rodeaba para ver de qué podrían abastecerse. Parecía ser que en aquel terreno pantanoso no había muchos animales ni plantas. No le gustaba mucho esa idea, puesto que no sabía cuanto tiempo tendrían que quedarse refugiados. En el fondo de su ser, esperaba que no mucho. Eso sí, acababa de salir de la cueva y ya se había dado cuenta de que continuamente bandadas de mosquitos parecían querer ir directamente a su cara. Concretamente, a sus ojos, a la nariz, y sobre todo la boca. Asqueada, sacudió la mano derecha para quitárselos de encima.
Empezaron a hundírsele las botas en el barro, y decidió alejarse cuando le pareció ver que salían un par de ojos nerviosos de las turbias aguas que había más adelante.
Viendo que no encontraba nada interesante, decidió caminar en otra dirección. Se dirigió hacia el este, y unos minutos más tarde, el terreno comenzó a ser más firme y seco, y vió más variedad de plantas. Se dirigió hacia un grupo de ellas que estaban bajo un robusto árbol. Eran bastante interesantes, pues según había estudiado en algunos libros de Botánica, las plantas de aspecto luminoso en la noche, brillaban por tener en su interior un líquido que ayudaba a cicatrizar. Combinado con una buena magia, tal vez incluso a cortar abundantes hemorragias.
Arrancó unas cuantas, y se las guardó en su bolsa.
Escuchó unas risitas nerviosas y sobresaltada, se puso en guardia. Puso su mano instintivamente en el mango de su alfanje y alzó la cabeza hacia la copa del árbol. Vio que un par de cotillas hadas la estaban espiando. Al ser descubiertas, dieron un gritito de sorpresa y salieron volando rápidamente riéndose como locas.
La elfa sacudió la cabeza consternada. había algunos seres que no cambiarían nunca, por más años que pasasen. Se encogió de hombros y se dispuso a volver a su refugio. mientras caminaba, observó que era una hermosa noche. Había estado tan ocupada últimamente preocupándose por su vida, que ya no recordaba cual había sido el último día que se había quedado en silencio para escuchar la naturaleza.
No hacía frío a pesar de que estaba ya cerca la época de lluvias y el cielo estaba lleno de estrellas.
Suspiró y se tocó el cuello distraída. En ese momento lo que más le gustaría sería estar mirando junto a Aldred aquel cielo estrellado, en lugar de tener que temer por sus vidas constantemente. Sin embargo, en aquel momento no se podían cambiar las cosas.
Cerca de la cueva, se percató de que había un árbol que no había visto antes. Tal vez porque tenía un aspecto un poco deplorable, pero a su vez brillaba majestuosidad por su aspecto milenario. Decidió apoyarse en él para descansar un rato y mientras vigilaba a su alrededor, pensó en cómo había cambiado su vida durante los últimos meses. Había sido tan radical, y sin embargo, tan rápido...

El árbol debió de sentirse frustrado por la consternación de la elfa, y comenzó a llorar resina lentamente a través de su corteza. Armund la tocó con el dedo índice y la inspeccionó. Se la guardó en otro frasquito (de los muchos que tenía) de su bolsa, y recogió el resto de la resina que había en la corteza del árbol con sumo cuidado. Sabía que los árboles cercanos a las zonas de elfos oscuros estaban medio muertos por fuera, pero rezumaban vida en su interior, incluida la mágica. Por supuesto, cuantos más años tuviera el árbol, mejores serían las propiedades curativas de su savia, de sus hojas, de sus raíces... Armund alzó el frasquito y observó la resina a través de la luz de la luna. Era muy brillante... tal vez si se lo diera a Aldred le ayudaría a soldarse los huesos. Quién sabe...con un poco de magia extra suya también, claro.

- ¡Au! -se quejó.

La marca de su cuello le había dado un pinchazo. Decidió seguir reanudar su caminata. algo andaba mal. Pensó con rapidez mientras caminaba deprisa. "¿Qué podría ser? Habían acabado con Jarlaxle, el sello de Soldream se había roto... de hecho, ella misma lo había hecho. Entonces, ¿qué clase de magia tan oscura estaba creciendo como para despertar su marca?¿Después de 200 años?" Sacudió la cabeza e intentó quitarse esa idea que la rondaba. El día que se formó la marca que tenía en el cuello fue el mismo en el que su pueblo recibió un ataque de aquellos demonios infernales.
Ya veía la cueva a lo lejos cuando una punzada tan dolorosa la hizo caer de rodillas al suelo. "¿Les habría pasado algo en la cueva...?" Con la respiración agitada y con esfuerzo, volvió a levantarse, y sudorosa y tambaleándose llegó al refugio angustiada.
Para su sorpresa, encontró a Mitherell asando a una especie de reptil chamuscado de ojos saltones... y a Soldream y a Aldred totalmente despiertos. Todos la miraron un poco sorprendidos, les había interrumpido una animada conversación en la que cada uno presumía de haberse emborrachado más veces que el anterior. Se formó un silencio tenso.
Soldream entrecerró los ojos.

-¿Qué te ha pasado?

Armund no supo qué contestar. Pensó que les había ocurrido algo. Pensó que...

- Nada -sonrió débilmente.- ¿Qué me iba a pasar?
- Te tiemblan las manos -señaló Aldred.
-¿Tú no estabas dormido con las costillas rotas?- le atropeyó Armund cambiando de tema.

Aldred abrió la boca y la volvió a cerrar.

- Me desperté de repente y me siento mucho mejor.- dijo finalmente sorprendido por la reacción de la elfa.
-Os he traído esto - sacó las plantas nerviosamente- Voy a prepararoslas para que os las podáis tomar- y cogiendo una piedra de aspecto cóncavo del suelo, les dió la espalda y comenzó a estrujar el tallo de las plantas con rabia.

Qué tonta había sido... comenzó a notar un quemazón en los ojos.

-¿Seguro que no te ha pasado nada?- le preguntó Mitherell por lo bajo.

La elfa se sobresaltó. Estaba tan concentrada en lo suyo que no se había dado cuenta de que Aldred y Soldream habían retomado la conversación sobre sus borracheras y a cada cual presumía de cuántas veces habían vomitado más, y de que Mitherell se había acercado a su espalda. Armund se sorbió la nariz. Decidió olvidar lo que había pasado. Hechó unas gotitas de los tallos de las plantas en el frasquito que tenía la resina del árbol milenario y lo agitó. la resina se volvió mucho más acuosa y blanquecina.

-Seguro. Toma, ya he terminado.-le tendió la piedra con el líquido fluorescente pastoso.

Mitherell lo miró con cara extraña, y Armund se dio cuenta de que estaba lleno de magulladuras.

- Oye, ¿no se supone que no tendrías que haber salido?-dijo suspicaz.

Mitherell se rascó la cabeza con nerviosismo.

-Si, bueno...es que tardabas mucho y salí a buscarte - dijo con rapidez.
-Ya... -la elfa cruzó los brazos y empezó a tamborilear el suelo con el pie.
- Estábamos preocupados... los tres.
- Ya...
- ...
Armund arqueó las cejas.
- ....Teníamos hambre - Mitherell bajó la cabeza derrotado.


La elfa se mordió el rabio intentando aguantarse la risa. decidió dejar de hacerle un interrogatorio a Mitherell y se dirigió hacia Aldred para examinarle. El bárbaro la miró desconfiado. después de cómo le habia contestado antes, no sabía muy bien si fiarse de sus intenciones. A la elfa le dió un vuelco el corazón.

-Tienes los ojos un poco rojos...
-¿Ah,si? -Aldred se encogió de hombros- supongo que será de sueño.
- Quítate la ropa, anda.
-¿Qué?
- La parte de arriba, hombre.tampoco hace falta todo -mientras decía eso, la elfa sintió como un calor repentino se le agolpaba en la cara.
- Si es necesario...-dijo Aldred mientras se quitaba el chaleco de cuero.

La elfa le ayudó a quitarse la posterior cota de maya. Mientras le ayudaba, las dedos de Aldred rozaron sus brazos, y a Armund se le aceleró el corazón. el vello se le puso de punta mientras sentía cómo la sangre se le agolpaba en la cara. sin embargo, un agradable cosquilleo le recorría por todo el cuerpo.

- Creo que... puedes quitarte tú solo la camiseta- dijo un poco azorada.

Sentía se le clavaban en el cuello las miradas de Mitherell y Soldream.

- Vaya, Aldred. Parece que tu belleza es demasiado abrumadora para Armund-rió Soldream.
- Cállate -le espetó la elfa- Ya me encargaré después de ti.

Soldream siguió riéndose y Armund se juró a sí misma que ya le haría pagar por aquel comentario.
mientras Aldred se quitaba la raída y mugrienta camiseta, Armund no pudo evitar mirar las numerosas cicatrices que el bárbaro tenía en el pecho, y en general, por casi todo el cuerpo. Se percató también que para tener las costillas rotas, no tenía esa zona ni amoratada ni hinchada ni nada... sin contar con que se había caído de un dragón a muchísimos metros del suelo y parecía intacto. ¿Se habría equivocado antes? Armund le tocó con el dedo índice la zona de la zona de las costillas y Aldred se sobresaltó.

-¿Te duele?
- Mmm... no. Es que tienes las manos frías.

se oyeron las lejanas risitas de Mitherell y Soldream.
La elfa resopló. decidió ignorar ese comentario y concentrarse en lo que estaba intentando averiguar.

- Aldred, creo que no tienes ningún hueso roto. Y juraría que tenías alguna costilla... no sé, o me he equivocado o... te has recuperado demasiado rápido para lo que eres tú, ya sabes a lo que me refiero.
- Pues no tengo ni idea... yo sé que antes me dolía muchísimo esa zona, y en general todo el cuerpo, y que desde que me he despertado, me siento mucho mejor, aunque todavía muy cansado.
- Bueno, pues tómate esto-le dijo mientras le tendía el frasquito con la resina- Te ayudará a recuperarte por dentro seguramente. Pero no te bebas todo, que también tiene que beber Soldream.
- Yo no pienso tomar esa mierda - saltó el elfo oscuro desde su espalda.
- Tú te tomarás lo que yo te diga
- No necesito tomar tus potingues para recuperarme. estoy más que acostumbrado a las heridas graves.
- Puede que tu egocentrismo no te deje pensar, pero lo último que necesitamos es a alguien herido. si vienen a atacarnos, no podrás defenderte.- Aldred le devolvió el frasquito.
- Nunca te he pedido que cuides de mí.

La druida estalló de la rabia. sin previo aviso y con una rapidez casi imperceptible para los ojos, saltó encima del elfo y le apretó la nariz con fuerza con la mano derecha.
Sorprendido por aquel ataque traicionero, el elfo gritó de dolor mientras intentaba forcejear, pero ya era tarde, Armund le había metido media botella en la garganta y no tuvo más remedio que tragar el líquido si no quería ahogarse.
cuando empezó a toser con lágrimas en los ojos, la elfa le soltó la nariz,se levantó y se dispuso a curar a Aldred las heridas con el líquido que había exprimido en la piedra cóncava.

-¿ESTAS LOCA O QUE TE PASA?¡VIEJA LOCA...!¡Y DEJAD DE REIROS!¡EN CUANTO MENOS OS LO ESPEREIS ENCONTRAREIS UN PUÑAL ENVENENADO EN VUESTRA ESPALDA!

Tras recuperarse de la sorpresa por el ataque de la elfa, Aldred y Mitherell habían estallado a carcajadas y no podían ni levantarse de la risa.

Unas horas después, tras haberse untado todos en las heridas el líquido que había exprimido Armund de las plantas, y tras haber cenado, se echaron a dormir. todavía se seguían oyendo las mil y una venganzas de Soldream contra Armund y el mundo, pero cerraron los ojos rápidamente. Armund se acurrucó contra Aldred por el frío y éste, la rodeó con sus brazos y la apretó hacia él. Se acariciaron mutuamente hasta que se quedaron dormidos.

La elfa se despertó tiritando. un frío aire se colaba por la entrada de la cueva y observó que Aldred no estaba a su lado. miró a su alrededor y vió que Mitherell y Soldream roncaban alegremente pero que Aldred no estaba por ninguna parte... "¿Hacía cuánto había salido?"
Silenciosamente, cogió su capa y su alfanje, y con cuidado, pasó al lado de Soldream. el elfo murmuraba cosas inaudibles. Armund se mordió el labio para contener una risa. con todo el ego que tenía el elfo, éste no se había dado cuenta de que el pasatiempo favorito de Armund era fastidiarle por lo fácilmente que era erir su orgullo. tal vez el día en que se le bajase un poco su ego, se diera cuenta. la elfa se encogió de hombros y finalmente, salió al frío de la noche.
observó que por la humedad del suelo, todavía había huellas de las botas de Aldred y decidió seguirlas.
Un buen rato después, bastante alejada ya de la cueva, vió que a lo lejos, bajo las sombras de unos árboles, una deforme figura se retorcía sobre sí misma. Con el corazón en un puño, agarró su espada y se acercó más. se escondió tras un tronco de un árbol que parecía bastante grueso. la luz de la luna se coló entre las copas de los árboles y lo que vió la dejó aterrada.
Deseó haber sido fulminada por un rayo para evitar haber visto tal imagen. Aldred se retorcía sobre sí mismo. Pero no era él, se había convertido en un ser deforme y numerosos bultos que le deformaban, se movían continuamente. lo que fuera que llevase en su interior, opinaba que ya era el momento de salir.
Finalmente, doblándose de una manera antinatural hacia atrás, abrió la boca hasta casi desencajarse la mandíbula y expulsó una especie de vaho ennegrecido que poco a poco se fue condensando y materializando hasta convertirse en una corpulenta criatura de cuernos retorcidos y ojos ambarinos. Un aura maligna rodeó toda la zona y Armund sintió cómo la muerte inundaba todo. La marca de su cuello empezó a dolerla y se la tapó con la mano. Sabía que aquel presentimiento del bosque había sido por algo. Tal vez había llegado el momento de invocarles...Aldred volvió a su forma humana original y se desplomó en el suelo.
La elfa ahogó un grito. tenía que pedir ayuda.
El demonio inspiró profundamente mientras crujía los nudillos de sus manos y expulsaba vaho lentamente. Parecía disfrutar de su nueva libertad. Miró la luna mientras sacudía sus musculosas y membranosas alas. Habló con voz grave y profunda.

-Por fin. Ya era hora de salir de ese cuerpo tan inútil.

Armund se dió la vuelta con cuidado y una ramita crujió bajo sus pies. La elfa maldijo por lo bajo e hizo una rápida oración a sus dioses.
El demonio resopló y ladeó la cabeza mirándola.

-Y encima tengo alimento fresco.

jueves, 13 de marzo de 2008

El Mundo de Gielver: Shirle

El Desierto de Shirle es muy grande, y ocupa todo el centro de la Península. Es una basta extensión de arena dorada y rojiza, cruzada por el río Lesal en el centro-oeste y por el Satiphon al este, que desembocan en el Mar del Sur. Entre ambos ríos, hacia el sur, se encuentra lo que los estudiosos de Gielver llaman "Gran Abismo", que es precisamente eso: un inmenso cañón sin fondo (sin-fondo, repito) cuyo lado más estrecho mide nada menos que setecientos cuarenta metros, y el más amplio casi tres kilómetros y medio. Está en medio de una zona árida y llana, es un mar de arena resplandeciente como el fuego y donde hay muy pocas posibilidades de sobrevivir. Además, de noche no se ve nada si no hay luna llena, y no son pocos los que se han despeñado por el Abismo. Como accidentes geográficos interesantes, destacan las Dunas Errantes, que son un grupo de dunas que, como dice el nombre, se mueven con los días por la acción del viento, pero siempre reaparecen, por lo que, aunque parezca que se muevan, en el fondo son dunas estáticas. Además, entre ellas está el misterioso nacimiento del río Lesal. Al pie de las mismas se encuentra Shintra, una pequeña ciudad donde habitan humanos de raza negra, sedentarios, que aprovechan el recodo del río y la sombra de las dunas para sobrevivir, y además han conseguido crear algunos campos de cultivo y manejarse con la ganadería menor. A lo largo de las orillas del Satiphon y el Lesal se agrupan tiendas y caravanas de humanos de raza árabe que viven en comunidades nómadas, y son los principales encargados del comercio. Hay pocas criaturas en este lugar, a parte de un tipo de felino de dientes de sable que vive en los alrededores de los ríos, y los humanos que se an adpatado al desierto. Sin embargo se habla de la posible existencia de las llamadas comúnmente "víboras" o "lombrices", que son una subespecie de dragones que no lanzan fuego y carecen de alas y ojos, miden entre veinte y treinta metros de longitud y tienen cuatro patas que recuerdan a las mantis religosas. Su cabeza en forma de pico y ciega tiene unos impresionantes receptores de ultrasonidos, por lo que esun excelente cazador, y vive bajo tierra y en ausencia de agua durante días.

jueves, 10 de enero de 2008

El Mundo de Gielver: Rohared

El país humano por excelencia. Situada al sur del Continente, rica en cultivos y en ganadería, y con intenso comercio portuario, Rohared es de las comarcas que más dinero mueve en el contitnente. Sus playas son muy largas y extensas, y se vuelven rocosas a medida que se acercan al este. Este país cuenta con el riego del Río Lesal, con sus numerosísimos afluentes, y hace frontera al noreste con el río Satiphon y la Cordillera de Shatiphen. Al norte, varios kilómetros antes del Gran Abismo, se encuentra el famoso Bosque Dorado, llamado así porque todos los árboles tienen allí un característico color amarillo, dorad, cobrizo o rojo. Como si el bsoquecillo se encontrara en un otoño permanente, gracias a las actuaciones mágicas de los Elfos Menores (ninfas, dríades, silfos y hadas), que lo mantienen así. Se dice que también habitan allí algunos unicornios, y los Guardianes de los bosques, los árbores Centenarios.
El resto es prado y llanura hasta el mar...
Al sur, más allá de las playas y del mar, se encuentra en Archipiélago del Sur, también perteneciente al reino de los hombres. Allí destacan las ciudades de Fender, Porto y Hanoster.
Roahared es probablemente el sitio más poblado de Gielver, aunque los pueblos más destacados son Deile, Inen, Abbis, Daen, Roahry, Nitrus y la capital, Shaten.
La mayor diversidad de razas está en la enrome y espectacular ciudad capital de Shaten, donde no son desconocidos los Elfos de los Bosques y los enanos de las profundidades de las montañas del norte. La ciudad es famosa, sin embargo, por ser la formadora original de la Orden del Viento, el ejército más poderoso en poder de los hombres, formada por bravos guerreros y expertos jinetes, que crían un tipo de caballo especial, más ágil que cualquier corcel de guerra, y más fuerte que el mejor caballo de tiro, llamados rohirim.
También son muy comunes los elfos que ejercen el oficio de druidas en Abbis, que es el pueblo más cercano al Bosque Dorado, muy frecuentado por los elfos. Consiste una pequeña abadía pacífica donde tanto hombres como elfos, o incluso enano, se dedican a la meditación o se retiran. Rohary, Daen y Deile son ciudades portuarias, y son los enlaces más directos con la ciudad fortificada de Fender. Nitrus e Inen también tienen puerto, pero se dedican más a la pesca.
La frontera más inestable es la este, ya que a menudo los orcos son protagonistas de ataques contra los pueblos humanos, atravesando las montañas o siguiendo el río, aunque los accidentes geográficos y la proximidad del Bosque Dorado ayudan a mantener el control de esa zona. Por el contrario, la más fortalecida es la oeste, que hace frontera con las tierras boscosas de los elfos.
Para defenderse por mar, Porto y Hanoster mantienen la Armada Sureña.

martes, 16 de octubre de 2007

El Mundo de Gielver: Argant

El nombre de estas tierras viene del frondoso Valle de Argant. La cordillera Arget desciende hacia el sur en forma de V, en cerrando casi en su totalidad el bosque de Faren-Hîr. Éste es uno de los bosques más viejos de Gielver, y está lleno de criaturas increíbles a la vez que temibles, como los centenarios árbores, pastores de bosques; unicornios, licántropos, lobos huargo... Su fauna y flora es increíblemente variada, por lo que es uno de los lugares favoritos de druidas y chamanes de todas las razas, aunque aquí predominan humanos y elfos. La frondosidad del bosque de Faren-Hîr se debe a que le recorre el río Arganot, que tiene su origen en el lago Argénteo y desemboca en el Mar del Este.

Más allá de las altas montañas Arget, coronados por las cumbres nevadas de las mismas, se extienden pastos y campo abierto hasta donde la vista alcanza. Al Norte se encuentra el lago Arrester, donde desemboca el río Faor.

En la actualidad, las ciudades más importantes son Coor, Drenen, Bincore y Untleal, aunque hay muchísimas poblaciones pequeñas repartidas por todo el país. La más importante es Coor, la capital, en el mismísimo corazón de Argant. La ciudad, fortificada y con profundos cimientos históricos, se alza entre los árboles del bosque de Faren-Hîr, desafiando los peligros que el bosque encierra en su interior. Es muy grande y es muy conocida por la Biblioteca Central, en donde muchos magos y hechiceros van a ejercer sus artes, o sencillamente, a maravillarse con los miles de volúmenes que contiene el edificio. Es una ciudad comercial y residencial, por lo que conviven en armonía Elfos de los Bosques y Humanos, y algunos Enanos que viven temporalmente en las minas aisladas de las montañas Arget, protegidos de los orcos gracias a las montañas.

Drenen, por su parte, es una ciudad mucho más pequeña, pero conocida por su buen vino y su alta producción en cuanto a cultivos. Se encuentra en la ribera del río Arganot, y en ella también conviven elfos y hombres, a pesar de que no tiene tantos habitantes como Bincore, que al ser una ciudad portuaria tiene más transición de gente. Algunas veces, las pequeñas embarcaciones vienen del mar, y entran por Bincore en el delta del río Arganot, para remontarlo hasta Coor, trayendo maravillas de todas partes de Gielver... y más allá.

Al norte, muy al norte, tras kilómetros de llanuras y cerros de campo abiertos y algunas montañas esparcidas, aún más allá del lago Arrester, está la ciudad de Untleal.

Untleal es una ciudad puramente defensiva, y se alza en plena frontera con Argant y las Tierras de Fuego. En tiempos remotos, cuando los demonios pululaban libremente por todo el mundo, asolaron esta parte de la península, y ésta se quedó así incluso después de la construcción del Límite. No crece nada a partir de ahí, sólo hay ceniza y grietas de lava, campos quemados y estepas de piedra negra escarpada. No hay vida animal ni vegetal, y la mayor parte de la gente se mantiene precabidamente apartada.

miércoles, 10 de octubre de 2007

El Mundo de Gielver: Erdest

Ederst es una tierra poco prolífica y difícil, tanto para vivir como para recorrerla. A través de toda ella se extiende la cordillera de Satiphen, una larga hilera de montañas escarpadas, recorridas por senderos angostos y de difícil acceso. El terreno es de roca viva, y no crece casi vegetación, más que arbustos pequeños y espinosos, que crecen sobre todo en la ladera que da al río Satiphon, que recorre de Norte a Sur todo Gielver; ya que no hay casi arryos entre las montañas de piedra.
El río Satiphon saca allí dos afluentes: uno es el Siphon, al este, y el otro el Adel, que va a dar al lago Adeltem. Las aguas de este lago es el último rastro de agua potable de allí en adelante, ya que todo el sur de Ederst es una enorme ciénaga pantanosa sin fin, que se funde con las aguas del mar. En ella sólo crecen bichos infectos del fango y algunos peces y lucios de fondo. No hay ningún tipo de playas. Eso es Ederst, roca y pantano.
¿Y quiénes viven allí?
Las únicas poblaciones son Stale (al norte) cerca del río, Beifa (en la costa este), Area (en la desembocadura del río), Truhgal (al sur) y Nanster (al oeste).
Allí sólo viven pueblos de humanos pescadores, trolls, trasgos y orcos. Los trasgos habitan en las cabernas y las minas enanas abandonadas de las montañas de Satiphen. Rara vez salen de su oscuridad húmdea y fría. Nanster, Truhgal y Area son ciudades orcas, construidas sobre los peñones que sobresalen de la ciénaga. Chabolas malolientes, pero resistents, y con anémicos puentes entre ellas. A pesar de eso, son grandes barqueros y expertos en la pesca en la ciénaga. Cirtos especímenes y materiales solo pueden conseguirse en las ciudades comerciales de Truhgal y Area, y a pesar de tener que comerciar con orcos, con muchos los humanos que recorren la ruta comercial marítima hasta estos lugares. Los trolls viven todos congregados en Beifa, en medio de una enorme explanada de roca, coronada por colinas ocasionales. Y los únicos humanos que habitan allí son los de Stale, junto al río para poder sobrevivir. Son de costumbres primitivas, casi más bestias que hombres, y viven aislados de los demás miembros de su raza.
Por otra parte, están las llamadas Islas Perdidas: dos peñones en medio del mar que los enanos descubrieron tiempo atrás para hacer sus minas, que ahora están muertos. Sólo quedan algunos trasgos y trolls, y se rumorea que en interior de la Mina Entrecher se eleva un oscuro mundo gobernado por muertos vivientes...
En resumen, esto es lo que constituye Ederst, la tierra de los Orcos.